"Año nuevo vida nueva", reza el dicho popular. Rasgando los primeros velos de la frase hecha, se empieza a vislumbrar un significado profundo en este festejo. Es sin duda un ritual colectivo de renacimiento cósmico y espiritual, con alcances sociales e individuales.
Un ritual es eficaz, cuando no se hace mecánicamente. Lo importante y lo difícil es nos hacer una parodia, "un como si" un hacer de cuenta que es navidad o año nuevo. La fuerza del rito es que realmente es año nuevo, que eso está sucediendo hoy.
Como decíamos este ritual, intenta ponernos en sintonía con el cosmos. No es azaroso que la celebración se realice durante el signo de Capricornio. Este clima energético nos conecta con la dimensión temporal, nos invita a hacer un balance. Desde la cima de la montaña miramos para atrás y nos lleva a hacer una reflexión de lo hecho y lo que no pudo ser. Mientras que delante se presenta un abismo, un nuevo año que nos propone algo que aun desconocemos. Es un impulso a dejar lo viejo y lanzarnos al vacio.
Este ritual de año nuevo es la celebración de un nuevo ciclo para gran parte de la humanidad. Este acuerdo colectivo tiene fuerza.
Mirar al cielo en las grandes ciudades a la medianoche del 31 de diciembre, cuando del cielo llueven fuegos, luces y estruendos, es una experiencia que puede remontarnos en el tiempo y trasladarnos mágicamente al momento de la explosión inicial, al Big Bang. Es de algún modo hacer presente el nacimiento del universo, el universo en su máxima acción creativa.
Pablo Telias
No hay comentarios:
Publicar un comentario