jueves, 21 de julio de 2011

DECÁLOGO DE LA SERENIDAD

Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de mi vida todo de una vez.

Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto, cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie sino a mí mismo.

Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino también en este.

Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que todas las circunstancias se
adapten a mis deseos.

Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura, recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.

Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.

Sólo por hoy hare por lo menos una cosa que no quiero hacer, y si me sintiera ofendido en mis sentimientos, procurare que nadie se entere.

Sólo por hoy me haré un programa detallado. Quizá no cumpliré a cabalidad, pero lo redactaré y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.

Sólo por hoy creeré aunque las circunstancias demuestren lo contrario, que la buena providencia de Dios se ocupa de mi como si nadie más existiera en este mundo.

Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendre miedo de gozar de lo que es bello y creer en la bondad de las personas.

Puedo hacer el bien durante doce horas, lo que me descorazonaría si pensase en no tener que hacerlo durante toda mi vida.

JUAN XXIII

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