Cuenta una antigua leyenda aborigen que dos caciques, viejos amigos del río Paraná, se enemistaron al negarse uno a ceder a su hija Carandaí como esposa, porque la princesa estaba ofrecida al Dios Sol. La venganza llevó a una contienda y en medio de ella el dios Sol hizo desaparecer a la princesa en un remolino de rayos. En aquel preciso lugar, brotó una flor esbelta y dorada, que al igual que la princesa, siguió siempre, con la cara al cielo los rumbos del sol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario