Casarse
Más que cualquier otro suceso, una solicitud para elegir la fecha de una boda insta al astrólogo a hojear con frenesí las efemérides en búsqueda del día perfecto y luego a elevar los brazos al cielo con desesperación. Dadas las estadísticas de los matrimonios, no le sorprenderá oír que los días ideales son difíciles de detectar, y que incluso los astrólogos se divorcian.
No obstante, ciertos eventos celestiales mejoran sus posibilidades de durar más allá del aniversario de papel. Uno de los más esperanzadores es el tránsito de Júpiter por la séptima casa del matrimonio. El problema es que Júpiter sólo retorna a la séptima casa cada doce años, y tal vez no quiera esperar tanto.
Algunas influencias astrológicas, por el contrario, ocurren con bastante frecuencia y vale la pena esperarlas. Esto es lo que debe buscar cuando decida el día:
Asegúrese de que Venus, el planeta del amor, esté directo. Si está retrógrado, posponga su boda por unas semanas.
Elija un día en el cual Mercurio esté directo, no retrógrado. Con Mercurio retrógrado probablemente surjan malos entendidos y problemas de comunicación, bien sea en forma inmediata o por el camino. Además, nunca es una buena idea firmar un contrato cuando Mercurio está retrógrado. El matrimonio, además de otras cosas, es también un contrato legal y usted tendrá que firmar en la línea punteada.
Elija la posición de la Luna con cuidado. Una Luna nueva, con el Sol y la Luna en conjunción, son señales clásicas de un nuevo comienzo. La mejor Luna posible para una boda es una Luna nueva en su signo (o el de su pareja), en su séptima casa del matrimonio o en Libra.
Si una Luna nueva no es posible por cualquier razón, al menos cásese cuando la Luna está creciente, esto es entre nueva y llena, y se vuelve más grande y luminosa cada noche. La Luna menguante ha pasado su pico de luminosidad y ahora tiene una tendencia hacia la baja, volviéndose más pequeña a cada momento. ¿Quién necesita ese simbolismo?
Busque un ángulo favorable entre el Sol y la Luna. Un sextil (60 grados) o un trígono (120 grados) crean armonía. Una cuadratura de 90 grados o una oposición de 180 grados generan tensión y conflicto.
Busque los trígonos y los sextiles que involucren a la Luna, Venus y Júpiter; cuantos más haya, mejor.
Asegúrese de que la Luna no esté vacía y de que su horario tenga tiempo de sobra, sólo en caso de que la dama de honor llegue tarde.
Recuerde:
La Luna está vacía cuando ha hecho su mayor y último aspecto en un signo pero todavía no ha entrado al siguiente. El período de vacio siempre ocurre al final del viaje de la Luna por un signo. Para evitar que la Luna esté vacía, programe un evento poco después de que la Luna entre a un nuevo signo.
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