Que el fuego ilumine nuestros pensamientos, que los haga verdaderos, buenos y justos. Que nos impida resignarnos con menos. Que el fuego ilumine nuestra mirada. Que nos abra los ojos al placer de compartir todo lo bueno de la vida. Rogamos al fuego que nos aleje de aquello que no nos pertenece por derecho. Que el fuego caldee nuestros labios, para que podamos decir la verdad con palabras amables que sirvan y estimulen a otros. Que el fuego habite en nuestros oídos, para que podamos escuchar de verdad, para que podamos oír el rumor del agua y toda la creación y el Ensueño. Que nos proteja de las habladurías y de todo aquello que pueda hacernos daño y causar el quebranto de nuestra familia. Que el fuego habite en nuestros brazos y manos para que podamos ser útiles y construir el amor. Que el fuego habite en todo nuestro ser, en nuestras piernas y pies, para que podamos caminar sobre la tierra con reverencia y respeto, para que podamos avanzar por la senda del bien y la verdad, sabiéndonos a salvo de apartarnos de aquello que es verdadero.
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