jueves, 14 de febrero de 2013

HACER SAGRADO LO COTIDIANO



Hacer sagrado lo cotidiano significa dar la espalda a la realidad vacía y materialista de un mundo que se autodestruye para abrir los brazos al lado espiritual de la vida.


“Yo no sabía que mi alma estuviera tan vacía. Sólo lo supe cuando se llenó”. Son las palabras con las que el rey Arturo agradece a Percival cuando éste le trae el Santo Grial, para que beba y viva.

En tiempos antiguos la espiritualidad abundaba en nuestras vidas. Los alimentos se bendecían antes de cocinarlos y se daba las gracias en la mesa antes de comerlos. Las mujeres protegíamos nuestros hogares e invocábamos a los espíritus de la naturaleza para cosechar, limpiar, cocinar, amamantar, tejer, hilar, amar y orar. Los conjuros eran pan cotidiano y todos los aspectos de la vida estaban atravesados por ceremonias o rituales que hacían sagrada la existencia.

Hoy hemos perdido esta mística y se ha debilitado nuestro espacio vital. Pero podemos recuperarlo. Sólo nos hace falta tomar conciencia de que nuestro hogar es el centro físico de nuestra fuerza y puede ser convertido en un santuario que nos contenga y fortalezca. No importa lo que pase afuera si cuando llegamos a casa entramos en un espacio armónico que nos llena de confianza, seguridad y protección.

Hacer sagrado lo cotidiano significa dar la espalda a la realidad vacía y materialista de un mundo que se autodestruye para abrir los brazos al lado espiritual de la vida.

Hacer sagrado lo cotidiano significa traer el perfume de lo divino directamente al corazón de nuestra vida humana.

Agradeciendo. Bendiciendo. Conectándose con el Ser Superior que habita en todo y en todos. No necesariamente desde una religión, que tiene que ver con las creencias y los dogmas heredados. Sí desde la espiritualidad, que es desde donde se establece una relación de intimidad con la divinidad, independientemente del credo que se profese.

Te invito a Hacer Sagrado lo cotidiano. A bordar tu alma con los hilos dorados del agradecimiento y la bendición, honrando cada paso que des, en la trama infinita y eterna del amor.

Mónica De Simone



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